sábado, 6 de agosto de 2016

La creación revela el eterno poder de Dios

Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó” (Romanos 1:20 NVI)
Si queremos empezar a conocer a Dios no es necesario leer la Biblia ni ningún otro libro religioso. Todo el mundo tiene acceso al conocimiento de Dios; basta con detenerse y meditar en el significado de lo que tenemos alrededor.

Uno de sus atributos más evidentes es Su poder. En cualquier lugar donde detengamos la mirada encontramos alguna manifestación de Su ilimitada energía. Desde los invisibles átomos hasta los confines del universo, todo es una constante manifestación de su infinito e impresionante poder.

Pensemos en las tormentas:


Cuando experimentamos una tormenta en toda su plenitud, presenciamos sus destellos deslumbrantes y sentimos sus poderosos truenos, lo más probable es que nos invada una sensación de estremecimiento. En ese momento nadie nos tiene que convencer que estamos ante una majestuosa demostración de poder del Creador.

Se calcula que una tormenta media libera unos 10 millones de kilovatios hora. Teniendo en cuenta que una casa normal puede gastar 2 kilovatios cada hora, imaginemos la enorme energía que descarga una sola tormenta; pero ocurren unos ¡16 millones de tormentas cada año! Ciertamente, las tormentas son una manifestación asombrosa del poder de Dios.

Pensemos en el Sol:


Buscamos su calor en invierno, pero normalmente no podemos aguantar su “mirada”, porque a pesar de que nos separa unos 150 millones de kilómetros, su brillo es tan intenso que dañaría nuestros ojos.

Nuestra querida estrella (sin ella no podríamos vivir) es tan grande que en su interior cabrían más de un millón de planetas como el nuestro. Pero lo que de verdad impresiona es la energía que maneja: Se calcula que el Sol emite cada segundo una energía equivalente a la explosión resultante de cientos de millones de bombas atómicas; es decir, más de la energía producida por la humanidad en toda la historia.
Otra evidencia del abrumador poder del Creador.

Viajemos al espacio sideral:


Cuando miramos el cielo en una noche despejada podemos apreciar más de cuatro mil lucecitas más o menos brillantes. Pero las apariencias engañan, porque la mayoría de esos puntitos son enormes estrellas, la mayoría más grandes que nuestro Sol.

¿Cuántas estrellas hay realmente? Un estudio reciente sugiere que pueden haber 300 mil trillones (no millones ni billones, sino ¡trillones!) de estrellas en el universo ¡Hay más estrellas que granos de arena! Todo esto sin contar otros cuerpos celestes como planetas, cometas, asteroides, etc. Son datos que colapsan nuestra capacidad de asimilación.

Ciertamente, la inmensidad del universo nos fascina y hasta nos aturde. Sin embargo, aún falta conocer una dimensión aún más impactante:

Y ahora pasemos del universo a un grano de sal:


¿Vemos este simple grano de sal? Parece sin importancia, pero su interior esconde una realidad extraordinaria: Una energía equivalente a la que una casa normal puede gastar durante varios meses. ¡Toda esa energía está concentrada en un simple grano de sal! ¿No es asombroso? Y esto sucede con cualquier tipo de materia; y cuánto mayor es, mayor es su energía potencial. Por ejemplo, el poder energético que contiene un simple árbol es comparable ¡a toda la energía eléctrica que los EEUU consumen en 10 años!

La explicación científica a esta sorprendente realidad se resume en la famosa fórmula E = m•c², que declara que la energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Esto significa que toda materia consiste en una asombrosa concentración de energía.

Ahora pensemos: Si ha sido necesaria una porción tan grande de energía para producir un simple grano de sal o un simple árbol ¿Cuánto poder energético se necesita para producir toda la materia existente en la Tierra, en los cuerpos celestes…, en definitiva: para producir toda la materia del universo? Si la materia del universo es prácticamente infinita ¿Cómo podríamos calificar o medir la energía que la forma?

No hay baremos para medir o palabras para describir el infinito poder asociado al universo. Simplemente hemos de reconocer que el universo revela la omnipotencia de Dios ¿Y no es cierto que esta realidad debe provocarnos un profundo sentimiento de temor y reverencia hacia el Supremo Creador?





 

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