sábado, 9 de julio de 2016

La Biblia y el destino de los inicuos

Para saber qué dice la Biblia sobre cualquier asunto, el único modo es examinar la Biblia y localizar los pasajes que de algún modo hagan referencia a dicho asunto. Así, si queremos saber si la Biblia enseña el infierno eterno, tenemos que localizar los pasajes bíblicos que de algún modo respondan a esta cuestión: ¿Qué dice la Biblia sobre el destino de los inicuos? ¿Van a un lugar de sufrimiento eterno, o simplemente dejan de existir?

En este sentido, en el artículo Pasajes sobre el destino de los inicuos se ha hecho un esfuerzo para presentar una lista ampliamente representativa de las declaraciones bíblicas que hacen alguna referencia significativa al destino de los inicuos. Como se puede ver, los pasajes están agrupados en destinos comunes, que a su vez están diferenciados en dos grupos: primero, los versículos que apoyan el concepto de la inexistencia; y en la parte final están los que parecen probar el infierno tradicional, cuyas expresiones claves están en rojo.

Si echamos una rápida ojeada, lo primero que llama la atención es la gran diferencia entre el número de pasajes de ambos bloques. Existen más de 146 versículos que transmiten el concepto de la inexistencia como destino final de los inicuos; y en cambio, hay sólo unos 18 pasajes que contienen elementos que sugieren el infierno tradicional.

Pero tanto o más significativa es la diferencia en el tipo de lenguaje comúnmente utilizado en ambos grupos. Al leer los pasajes que señalan la inexistencia como destino de los inicuos, tenemos expresiones explícitas y de indudable claridad:
El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20); “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3,5); “moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24); “los malignos serán destruidos” (Salmos 37:9); “Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos”  (Salmos 145:20); “negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1); “Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan”  (Salmos 9:17); “los impíos dejen de ser” (Salmos 104:35)

En contraste, varios de los pasajes que evocan el infierno tradicional se expresan con términos claramente alegóricos:
Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.” (Mateo 18:9);  “envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16:23-28); “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta” (Apocalipsis 20:10); “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”  (Apocalipsis 20:14)

Aunque la doctrina del infierno tradicional enseña que los inicuos son castigados a estar en un lugar de fuego donde sufren tormento eterno; no obstante, se obtiene que la mayoría de los pasajes utilizados no afirman esa declaración; al menos no lo hacen de manera explícita y rotunda. Sin embargo, la Biblia es clara cuando dice que la recompensa de los justos será vida eterna (Ver Mateo 19:29; 25:46; Marcos 10:30; Juan 3:15,16; 3:36; 5:24; 6:27; 6:40,47;  10:28; 12:25; 17:3; Hechos 13:48;  Romanos 2:7; 5:21; 6:22,23; Gálatas 6:8; 1Timoteo 1:16; 6:12; Tito 3:7; 1 Juan 2:25; 5:13; Judas 1:21)
Y siendo que la doctrina del infierno es de tanta trascendencia ¿No esperaríamos que Dios la comunicara de forma tan clara e inequívoca como sí lo hace con la recompensa de los justos? En cambio, la Biblia sí es explícita cuando dice que los inicuos serán destruidos (Ver Deuteronomio 7:9-10; Job 21:29-30; Salmos 37:9, 20, 22, 28; 92:7; 94:23; 145:20; Isaías 29:20; Hechos 3:23; Romanos 9:22; 1 Timoteo 6:9; 2 Pedro 2:1; Judas 1:5; Apocalipsis 11:18)

Así, tanto por la abundancia de los pasajes, como por la claridad y sencillez de sus declaraciones, hallamos que la Biblia es concluyente: El destino de los inicuos es la destrucción o la inexistencia absoluta.





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